23 de diciembre de 2009

veneno y ensaladilla rusa



El pueblo judío fue despojado de sus tierras y esclavizado en Babilonia. Los romanos convivieron con la sangre durante siglos para terminar humillados por tribus germánicas. Los Reyes Católicos desterraron a los musulmanes. Los pelirrojos murieron calcinados.

Se obligó a trabajar en Telefónica siguiendo ordenes de Stalin a todos aquellos tipos pesados, brasas o coñazo. Estos fueron llevados en grandes barcos hacia una isla del Pacífico cerca de Las Carolinas y obligados a realizar un importante número de llamadas diarias para sobrevivir. Bajaron del buque tan aturdidos como conscientes de que les iba ha tocar cumplir una condena peor que el temible frío de Siberia. Reconocían que se lo habían ganado a pulso: sus historias infumables y sus tan apropiadas llamadas a las cuatro de la mañana para compartir la noticia de que intentando cortarse las uñas,habían terminado por quedarse mutilados, acabaron con la paciencia de su entorno que no dudó en denunciarlos a la KGB.

Les describo la isla: una superficie similar a la de cinco canchas de baloncesto, un árbol entre amarillo y naranja, un buen número de corderos con diarrea crónica, cuatro aristócratas rusos con nombres impronunciables, el hijo deficiente y bastardo del Zar y una montaña de libros censurados. La vida en la isla no era apropiada para pastilleros y viejunos con ánimo de verbena, por lo que a aquellos hombres y mujeres no les quedó otro remedio, que quitar el polvo a esos libros y abordarlos como si de corsarios se tratase. Con el tiempo alcanzaron una cultura más que considerable y por ello todos los telefonistas tienen acento argentino.

Actualmente ya no trabajan por la mano dura ejercida sobre ellos durante décadas, simplemente han adoptado el tocar los cojones como su deporte nacional proclamándose campeón aquel sujeto que consiga que su interlocutor no cuelgue hasta pasada media hora. El hecho de que en la isla no hubiesen vacas que ordeñar produjo que por falta de calcio sus habitantes a partir de la segunda generación midieran un metro veinte aproximadamente, una estatura apropiada para marcar nueve números con las fosas nasales.

Del secreto mejor guardado de la historia y que sin ningún tipo de remordimiento les estoy desvelando, solo eran conocedores un reducido número de dirigentes de la URSS fallecidos antes del estelar paso por los escenarios de Chayanne. El último hombre que sabía el paradero de los coñazo de la Unión Soviética era el traidor de Boris Yeltsin. El bueno de Yeltsin olvidadizo en su vida laboral siempre acompañada por dos cajas de vodka producidas en una fábrica del monte Elbrus borró de su memoria y de la del resto de la humanidad el último y más ambicioso experimento sociológico de Joseph Stalin.

El joven grumete Manolo Escobar Stevenson guarda el mapa de la isla. Mañana en mi reunión semanal con Barack Obama, Gordon Brown y el ejemplo para la juventud Silvio Berlusconi obligaré a mis colegas internacionales a contactar con el creador de obras maestras como: Mujeres y vino, Minifaldas o Baila gitana baila. Mi objetivo está claro, detener a esos tipos sin corazón que nos tienen tres horas y veinte minutos al teléfono con la inquietante intención de vendernos un Nokia sin teclas, llamadas tan gratis como pagar doscientos euros mensuales y un bonito color verde si pides rojo o rojo si escoges verde.

1 comentario:

Laura dijo...

"Con el tiempo alcanzaron una cultura más que considerable y por ello todos los telefonistas tienen acento argentino". Creo que he estado riendome con esto unas dos horas o por ahi..fijate que yo aun no había notado el acento jajajaja.
Interesante tu forma de explicar la historia, seguro que contigo el fracaso escolar acababa en un santiamen.

Odio desear feliz navidad, pero aun así FELIZ NAVIDAD RODEADO DE TELEFONISTAS, SIGO ESPERANDO UN SMS TUYO =)