6 de noviembre de 2009

Comandantes de la tontuna


A ninguna persona sensata le gustaría tener un hijo loco. ¿Qué vergüenza no cree señora, Amparito? usted sabe mejor que yo que sus vecinas le restregarían que mientras sus niños saben diferenciar sujeto de predicado y vencen a la escurridiza tabla del nueve, el suyo se dedica a gritar en funerales como un maldito despertador que suena cuando le place y mantiene conversaciones superficiales con servilletas de papel y latas de cerveza.

Amamos a los locos y no lo sabemos, crease lo que le digo señora Amparito y quedese tranquila. Decoramos paredes y carruajes con sus ojos desencajados y nos sentimos el tipo aventajado que nunca fuimos al recitar una frase que pronunció uno de estos en su minuto diario de lucidez. Son muchos los artistas conocedores de las repercusiones positivas que puede tener sobre su carrera el realizar una contada serie de extravagancias y escándalos mostrándose propensos a llevarlas a cabo por simple supervivencia. Nadie duda de las capacidades artísticas de Beethoven y Van Gogh, cualquiera de nosotros pondría el corazón de nuestros hijos en el fuego afirmando que la vida de estos no fue estéril. Pues bien, creanme que cuento con dos manos la gente que conoce dos obras de Beethoven o tres de Van Gogh.

Sin embargo, el carácter difícil de controlar del alemán y sus problemas auditivos son vox populi, del mismo modo, que hasta Ana Rosa Quintana sabe que Van Gogh no tenía oreja izquierda y terminó su vida en un puto manicomio conviviendo con un trastorno bipolar. Per...¿quién sabe donde empiezan y donde acaban los márgenes del postimpresionismo? o ¿que cojones es eso del clasicismo vienés? prácticamente nadie sabría dar con la respuesta.

Nuestro conformismo enfermizo entiende que aquella persona que sale en libros traducidos a más de cien idiomas, sirve como inspiración a un par de películas mediocres y es bien visto por personas que consideramos intelectualmente superiores a nosotros alcanza por méritos propios un escalafón superior a los Dioses griegos. Incluso si mostramos personalidad no cayendo en el síndrome de Estocolmo y por tanto siendo conscientes de que sus obras no nos aportan nada, no vamos a quedar de catetos soltando topicazos como que un Miró es capaz de pintarlo nuestra sobrina la manca en un cuarto de hora de reloj.

¿Quién tiene realmente el suficiente criterio como para juzgar si Lois Amstrong tocaba bien la trompeta o si los cuadros de Dalí eran la decimonovena maravilla del mundo o por el contrario varias secuencias de una comedia francesa? entiendo que sólo dos tipos en Nueva Orleáns, uno en San Petersburgo y otro en Nueva Delhi. Por cierto, me consta, según mis más que mediocres fuentes y aún más deplorables teorías, que Dalí estaba mas cuerdo de lo que intentaba representar con ese bigote imposible y esos problemas sexuales planeados con prudencia locuaz por Gala. De todos modos, no niego lo evidente, algún tipo de trastorno debía tener el cabrón.

"Menudo mérito no teniendo un control sobre si mismo es capaz de producir arte en abundancia". "Una vida tan interesante como la suya le debió proporcionar una visión diferente de la realidad". Estas dos frases llevan un veneno de pitón que conlleva que si no nos gusta su obra es porque no la terminamos de entender por culpa de nuestra rutinaria existencia compuesta por: dos tazas de café diarias, treinta y siete horas de trabajo semanales y una situación emocional estable. Joder, son muy listos.

3 comentarios:

Águeda Almudena dijo...

hace un tiempo un compañero del facebook se puso en su nick una frase que rezaba tal cual: viva Lorca y la maricona que lo parió. No se, hay que ver la gente con lo que se queda. Además, en todo caso se les juzgaría como artistas y no como otra cosa, digo yo, que lo que queda es su obra, su cuerpo está ya bien podrido.

Ana Infinito dijo...

andale

Laura dijo...

Tú eres un loco y no por eso me avergüenzo de ti ni te dejo de apreciar...aunque me entren ganas de hacerlo jajajajajaja!

Qué artista eres!